viernes, 6 de marzo de 2009

Capítulo 4. EL CAPARAZÓN MÁGICO

Aquella loca carrera continuaba y llegó un momento en que corrían cuesta abajo. Al oso se le ocurrió hacer rodar un tronco caído que encontró en su camino para que arrollase a los tres amigos. Ovi, gracias a su buen oído, se dió cuenta de lo que les venía encima, se lo dijo a Plumitas y entre los dos ayudaron a Suric cogiéndole cada uno con una pata y echándose a volar como rayos para evitar el tronco.

Llegaron volando hasta lo alto de una cascada. Cuando se apoyaron en las piedras del fondo resbalaron y estuvieron a punto de caer por el precipicio, pero se salvaron agarrándose a una rama. Cuando estaba empezando a partirse, vieron que detrás del agua de la cascada había una cueva. Se balancearon y atravesaron el agua. Allí dentro les esparaba otra sorpresa: ¡una tortuga!, una gran tortuga vieja y arrugada, con su caparazón lleno de musgo y manchas, les miraba llena de asombro.

Enseguida se dieron cuenta de que la tortuga era su amiga y podría ayudarles a encontrar el camino de vuelta a casa. La sabia Tortuga les dio un pedazo de su caparazón y les dijo que cuando brillase es que están siguiendo el camino correcto y cuando se oscureciese significa que no están en el buen camino. También les dijo que si se acercara algún peligro el trozo de caparazón se pondría de color rojo.

Los tres amigos dieron las gracias por su ayuda y sus consejos a la Vieja Tortuga, se despidieron y se fueron.

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